A veces tememos contar algo por miedo a no poder sostenerlo en el tiempo. Es el maldito miedo al fracaso y la falta de confianza en uno mismo. Me costó aprender que los miedos de los otros no son mis miedos.

Me acuerdo que cuando quedé embarazada por primera vez (ya con 35 años) había quienes temían que Paulinho decidiera volverse a Brasil y tuviera que criar sola a mi hija Lua. Les aseguro que nunca tuve ese miedo. Yo estaba feliz con la noticia y disfruté los 9 meses a pleno. Y luego vinieron Caetano y Moreno y acá estamos en familia 16 años después.

Hay personas que ejercen el rol de la voz de la supuesta conciencia. Seguramente sean emisarios que nos ponen a prueba. Y saben qué? Con cada miedo del otro me hice más fuerte. Con cada descrédito ajeno, confié más en mí misma. Hace tiempo armé un proyecto de eco-bolsas con mujeres sin trabajo. Les llevaba revistas donadas, ellas hacían las bolsas y yo conseguía clientes y hacía las entregas, generalmente alguna de las chicas me acompañaba porque quería que aprendieran todo el proceso. Una tarde llego al galpón donde nos juntábamos y una de ellas me dice: –Angie las compañeras creen que vos vendés las bolsas más caras de lo que nos las pagás a nosotras. Primero me enojé. Después entendí que la desconfianza está instalada en muchos sectores. Las reuní a todas y les dije: -Chicas yo peleo la subsistencia de mi familia igual que ustedes, tuve más oportunidades en la vida, pero no vengo acá porque me sobra el tiempo, vengo porque creo que ustedes son capaces de emprender y ganar su propio dinero. Al poco tiempo las organicé y me corrí del lugar de sostén. Fue una lección importante. Trabajé mi ego de mujer súper-poderosa y me fui silbando bajito con la alegría de la tarea cumplida.

Cuando decidí largar todo y dedicarme de lleno a Sabe la Tierra entré en un mundo nuevo (venía de 15 años de ejercer el periodismo). “Y ésta que querrá?” era una pregunta que resonaba. Al principio salí a contarles quién era, de dónde venía y de mis buenas intenciones. Con el tiempo, aprendí que el hacer es mucho mas fuerte que el decir. Siempre estarán los detractores. Siempre aparecerán los que desconfían. Lo importante es elegir dónde uno quiere estar en la vida. Yo elijo hacer y en ese hacer se refleja quien soy. Y saben qué? Soy feliz.

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