No hay destinos. Hay elecciones y caminos. Hace 14 años declaré mi independencia laboral. Un día llegué a la oficina y un “compañero” había contado que yo estaba haciendo trabajos por mi cuenta. Ese mismo día, la persona que dirigía el Estudio, que era “una amiga”, me invitó a retirarme sin mediar ninguna posibilidad de acuerdo. Mi gran “acto de rebeldía” había sido aceptar un trabajo por mi cuenta sin blanquearlo. No sé muy bien por qué lo hice. Lo cierto es que esa vez volví a casa, abracé muy fuerte a Lúa que ya caminaba y lloré de emoción sabiendo que se trataba del fin de una era.

De pronto ese departamento alquilado cerca del trabajo, para ir y venir sin perder tiempo, dejaba de tener sentido. Una gran oportunidad de cambio se desplegaba. Resonaban las palabras de mi gran amiga Daiana, que me había recomendado terapia de sanación: “Angie, si te animás te paso el contacto, pero mirá que vas a cambiar todo!». Y me animé. Llevaba un par de meses de sesiones cuando sucedió esto. Celebramos el coraje. Me acuerdo que redacté un mail para enviarle a mis contactos (ah porque aquel día cuando salí de la dirección ya me habían bloqueado la computadora). Y nadie dijo una palabra.

Grabado como uno de los peores días de mi vida laboral me fui con la cola entre la patas despues de dos años de darlo todo. Recién a la semana de estar en casa pude con el mail. Asunto: “Largo todo y me pongo un bar”. Anunciaba mi cambio y presentaba mi nuevo status laboral. Libre. Sin horarios. Sin oficina. Muchos pensaron que me iba a vivir a Brasil. Otros entendieron el guiño. Y el primer sponsor de mi independencia no tardó en aparecer. Siempre se lo agradezco porque pude seguir pagando el alquiler, lograr mejores ingresos y empezar a soñar con Sabe la Tierra.

Casi sin pensarlo debutaba con el home working. Doblezeta se llamó la consultora que armé para la nueva etapa de conciencia plena. La pérdida repentina del trabajo fue sin dudas la piedra fundamental para todo lo que vendría. Ya saben de mis elecciones. Hoy trabajo frente a un inmenso bosque. Traslado mi oficina de allá para acá y soy feliz. A mi “amiga” no volví a verla. No tendría mucho para decirle. Creo que la abrazaría y le diría: GRACIAS.

 

Angie Ferrazzini

Fundadora y Directora de Sabe la Tierra

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