Hace 16 años viajaba a Salvador de Bahia en un viaje que pretendía cultura y playa. Y como ya les he contado: me sorprendió el amor. Y me detengo un segundo en la sorpresa porque sólo si estás abiert@ la vida puede sorprenderte. Lo demás es historia. Llevamos juntos un largo camino recorrido y juntos criamos a nuestros 3 hijos.

Hace unos meses, Moreno, el más chiquito me dice: Mama, mi sueño sería pasar mi cumpleaños de 7 en Brasil. Y me gustó tanto la idea, que empecé a organizar el viaje. Solos por primera vez. Increíble experiencia. Todo fue perfecto y más. Caminamos el Pelourinho en busca de las raíces de su padre, visitamos tíos y primos en Camamú, península de Marau. Fuimos al Morro de Sao Paulo y también a Barra Grande, una de mis playas preferidas de Bahía, Brasil.

Este viaje ha sido un volver desde otro lugar. Un viaje de disfrute y encuentros mágicos. De risas y juegos. De aventuras. De baños interminables en el mar y caminatas por la playa. De comida típica (imperdibles las moquecas de camarones, peixe o mariscada) y jugos naturales de las frutas más inimaginables. Nos animamos a probar nuevos sabores. Y hasta tuvimos tiempo de recorrer la feria de productores de Camamú que es los sábados. El capítulo primos y tíos me lo llevo guardado en el ❤️ y la memoria para siempre.

La última noche volvimos al Pelourinho. A respirar ese aire que respiraba papá le propuse a Moreno. Caminamos sus callecitas de adoquines, nos perdimos entre tambores y fiestas por todos lados. Y lo llevé al lugar donde tuvimos nuestra primera cita: @cantinadalua en el largo Terreiro de Jesus, Pelourinho. Llamamos al dueño: Clorindo Silva, una personalidad de Bahia. Le contamos la historia (que ya sabía porque lo hemos visitado varias veces) y le mostramos foto de Lua que ya está por cumplir 15 años y de toda la familia. Esa que nació gracias a que un día me dejé sorprender. Y a que Paulinho se animó a sorprenderme. ❤️