Hoy elijo esta foto como símbolo de estar en el camino. Siempre en movimiento. Siempre abierta. Paso mucho tiempo arriba del auto llevando y trayendo a mis hijos del “campo” a la ciudad. Y en cada viaje intento dejarles algún mensaje para la vida. Hablamos por turnos, nos escuchamos. Intento no amanecer con el bombardeo de noticias. Elegimos música también por turnos. Muchas veces no coincidimos, pero nos respetamos (sobre todo en los gustos musicales). El miércoles por la mañana con el incendio de #notredame latente, ensayo un análisis de la noticia y disparo:
“Pueden creer que en 12 horas se consiguieron 700 millones de Euros para reconstruir Notre Dame? Yo me pregunto y les pregunto: se incendian los bosques que nos permiten respirar y a nadie se le mueve un pelo? Todos lloramos por una Iglesia (que reconozco tiene un valor arquitectónico incalculable) y posteamos fotos de cuando la visitamos y el mundo llora y yo lloro por la inercia de este mundo frente a los incendios de bosques. Qué nos pasa que nos conmueve más una construcción humana que la naturaleza? Y ahora vamos a reconstruir la obra pero nos estamos quedando sin la inspiración primaria y sin bosques para respirar. Mis hijos mudos. Ah no! (sigo monologando) debe ser que las fotos de incendio de árboles no garpan, no emocionan, no conmueven. Yo seguía… mis hijos me miraban atónitos. Moreno (6) me dice: “Consiguieron tan rápido la plata por Mbape, mamá!”.
Le faltó decirme que no entiendo nada!
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