Esa niña que fui y que hoy pude volver a integrar a mi mundo, a evocarla, fue y es un camino de transformación y sanación que recomiendo. Hacé una pausa y cerrá los ojos. Respirá profundo y traé recuerdos de esa etapa tan inocente y llena de pureza. Allí donde todo comenzaba, donde eras puro instinto, donde danzabas libre en sensaciones. Comenzabas a descubrirte. Te viste? Te estás sintiendo? Evocá a ese niño. Traelo a tu aquí y ahora!

Respiralo, re encontralo y abrazalo. Qué cosas te hacían feliz?

Nos vamos condicionando por lo cultural, por la educación aprendida que nos hizo sin querer olvidar de lo importante, que nos alejó de nuestros dones, de lo que vinimos a dar, de la luz que emanamos cuando impulsamos lo que fluye naturalmente.

Es tiempo de volver a SER desde lo más íntimo, lo más sagrado que SOS.

Respirá y mirate a los ojos, pedite perdón por haberte abandonado en la carrera inconsciente del deber ser.

Acaricialo y decile cuanto lo querés. Prometele que de ahora en adelante vas a traer toda esa potencialidad a brillar en tu presente.

Descubrí qué hermoso es transitar este viajecito de vida con ojos de niños, que se asombran, juegan, fluyen, relajan, confían y andan genuinos.

Respirá y animate a liberarte de las jaulas mentales adquiridas para re-descubrirte, para saber quién sos y cuánto hay tuyo y cuánto no.

Arriesgate a vivir profundamente. A caminar con propósito. A volver a andar liviano y simple.

Respirá aire puro como el de esos días donde todo comenzaba. Celebrate. Honrate y nunca más abandones tu esencia. Jugá al juego de la vida. Fluí con el viento. Despeinate. Amate.?

Por Marcela D’Ambrosio, Directora de Capital Humano de Sabe la Tierra, creadora de Live Work & Joy, Especialista en desarrollo humano, Coach ontológica, Instructora en mindfulness.