«Sabe a mar, sabe a campo, sabe a bosque. Ahora vas a comer rico», se lee bien grande, sobre una pared, la única libre de estanterías, exhibidores y heladeras en las que se ofrece desde productos frescos hasta manufacturas con toque gourmet, con una particularidad: son todas de la región. Verduras de las quintas próximas, carnes y cereales de campos cercanos, harina, miel o frutas de la zona.
Puro sello local es la propuesta de www.sabelatierra.com/tienda-sabe-la-tierra-necochea/ que nació hace casi una década con la idea de acercar a los consumidores una alimentación saludable a partir de pequeños emprendedores a los que se les abre una alternativa para visibilizar y canalizar sus productos.
El formato original fue el de un mercado callejero. Y fue en San Fernando, el primero de ocho que hoy hay en funcionamiento entre provincia y ciudad de Buenos Aires. Unos fijos, otros itinerantes. Pero todos con el concepto de kilómetro 0: que sea mínima la distancia entre el lugar de producción y el de encuentro con el consumidor.
SLT es obra de Angie Ferrazzini. Tras un largo recorrido profesional como periodista y otro de experiencias con mochila en mano por rutas del continente volvió a Necochea, muy cerca del campo de San Cayetano en el que vivió su infancia, y se propuso plasmar una filosofía de vida y trabajo en consonancia con la naturaleza. «Por qué no armar el mercado con el que sueño», dice con el recuerdo de los que tanto le habían atraído en sus aventuras por el mundo. Y puso manos a la obra.
La ONG que creó desarrolla talleres de huerta, tiende una mano al pequeño productor y busca generar mercados agroecológicos. Así, de aquel éxito que fue San Fernando se sumó otro en Vicente López. Y no tardó en pisar la Ciudad con propuestas similares en Balvanera, Recoleta, Microcentro, Belgrano, Palermo y otro que cada fin de semana encuentra un nuevo rincón metropolitano.
En Necochea fue un paso más allá. Armó SLT como espacio gastronómico. «Se puede desayunar, almorzar o merendar a partir de una carta que solo acepta materias primas de la región», aclara Ferrazzini. Las limonadas incorporan frambuesas que se cosechan a veinte minutos de esa cocina. Las masas de tortas se ligan con los únicos huevos orgánicos certificados del país, casi del barrio. Las mermeladas se elaboran con frutos de la zona, la miel para untar las tostadas llega desde Pieres, ahí nomás. Y la harina se produce en un pequeño molino agroecológico, a cinco kilómetros del restaurante.
Es también un punto de encuentro para los productores. Una vez por mes coinciden en una suerte de mercado donde los consumidores pueden tomar contacto con ellos. Hasta vajilla, cuadernos y otros productos de regalería que allí se ofrecen para souvenirs son obra de artesanos locales.
Ferrazzini cuenta que este espacio en Necochea nació a partir de una curaduría. Se reunieron emprendedores, municipios, productores y diseñadores, y durante dos días cruzaron ideas y propuestas. «El concepto de kilómetro cero prevaleció: un producto local que casi no recorra distancia entre su lugar de origen y el punto de venta», describe.
Desde la ONG se apoya al emprendedor. Se organizó un encuentro nacional para tomar contacto con y entre ellos. «También se brindan charlas en colegios para que prenda entre los chicos la semilla de la producción local. El municipio se involucra y acerca a productores que cuadran con la idea», cuenta Ferrazzini. Así acceden a capacitaciones para mejorar esas materias primas y buscarle los mejores canales de venta. Solo en Necochea hay más de 50 emprendedores involucrados en el proyecto.
En la tienda la carta muta con los cambios de estación. Según lo que se cultiva, se elabora y cocina. La mayor parte de la materia prima llega a diario. Hay limonadas, jugos licuados, vinos orgánicos y yogurt casero. Panificados varios y una oferta amplia para celíacos.
Pero por sobre todo, Ferrazzini valora el formato que dio origen a esta experiencia, que es la del mercado. Dice que permite establecer un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores, rescatando la relación humana más allá de la compra-venta.
En el abecé de SLT se prioriza un estilo de vida en el que se consuma menos y de manera más responsable; se apoye el comercio justo y se dé espacio a pequeños productores y proyectos sociales. Buscan ser un puente entre productores y consumidores, y crear una cultura sustentable «basada en la confianza, la transparencia, el bien común y el medio ambiente».
A dos años de la creación de la tienda necochense, obra que compartió con sus socios Willie Zorzi, Troels Lerfeldt y luego Gulian Larfeldt, el gobierno municipal acaba de autorizar la apertura en Necochea de un mercado similar a los que funcionan en la ciudad de Buenos Aires y distritos del norte bonaerense. Será el primero de la red en el interior del país. Ferrazzini anticipa que funcionará en el Parque Municipal Miguel Ángel Lillo, frente a la tienda, y será punto de encuentro y comercialización para productores agroecológicos del distrito y la zona.
Esta novedad se suma a otro paso grande que dará la ONG en su camino: este mes abrirá otro espacio en la Ciudad. Con apoyo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación se instalarán en Estación Federal, complejo lindero al Planetario. Allí, la ONG «por primera vez tendrá techo» para sus mercados. Licitaron el lugar que compartirán con otras asociaciones civiles y el programa Pro Huerta del INTA. «Será una gran góndola para hacer compras», anticipa de lo que se diseñó como una «tienda social y sustentable».
Por Darío Palavecino para el Diario La Nación.
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