Con el otoño, no sólo se inicia el descenso de la temperatura, sino que los días se acortan, y comienza a haber más humedad en el ambiente.

Los cultivos de verano que necesitan más calor y luminosidad, tardan mucho más en madurar (los frutos) y las flores ya no cuajan tanto, es decir que no formarán frutos. Si llegan heladas, morirán, es decir que estarán totalmente quemados, frutos, flores, hojas y tallos. Algunos pueden llegar a rebrotar si sólo se quemó la parte aérea, pero otros ya no. Por eso es aconsejable retirarlos y en la nueva temporada iniciarlos nuevamente.

Por eso los cultivos que son estrictamente de verano ya terminan su ciclo.
Tenemos que conocer los requerimientos térmicos y de luz de cada cultivo para saber qué poder iniciar y cosechar en cada temporada.

En el otoño, es muy rica la variedad de cultivos que podemos tener.

Los cultivos de hoja son típicamente de esta estación, son los más adaptados a esta temporada: lechugas, acelga, espinaca, perejil, rúcula, radicheta, achicorias, los repollos y los kales, el apio, entre muchos otros. Algunos de estos, se adaptan muy bien a macetas o maceteros.

También se siembran cebolla de verdeo, ciboullette y puerro. Pero estos últimos se tratan de cultivos más largos.

El diente de león también se puede sembrar en otoño (si juntamos las semillas en primavera).

También muchos cultivos que se consumen la raíz o algunos el hipocótilo engrosado (que es la zona del tallo que está entre la raíz y las primeras hojas) botánicamente hablando, como los rabanitos, remolachas, nabos, zanahorias.

Hay flores e inflorescencias que se adaptan muy bien a esta época y casi estrictamente ya que el calor los deteriora, como el brócoli y el coliflor.

Entre los cultivos de hoja, la radicheta y la rúcula, son los cultivos que más fácil se pueden iniciar y más rápido podemos cosecharlos. Se inician de semilla, se puede distribuir la semilla a lo largo de un surquito como un “chorrillo” (no muy profundo ya que las semillas son pequeñas, y la regla dice que las semillas se colocan a una profundidad de 3 veces su tamaño….) o se distribuyen uniformemente pero sin un orden determinado en una superficie más rectangular o cuadrada de suelo. Y luego se tapa con tierra suelta. De esta última forma de siembra, que se llama “al voleo”, obtendremos un área de cultivo denso, sin líneas de hojas. En maceta o macetero es conveniente usar este tipo de siembra, así se cubre toda la superficie del recipiente. Ambas formas son viables, y va a depender del gusto del huertero. El perejil puede sembrarse de la misma forma, pero hay que saber que la semilla tarda mucho más, es decir que antes de que aparezcan las plantitas de perejil, puede llenarse de malezas o plantas espontáneas, que se deben sacar para dejar crecer al perejil, que es de lento crecimiento. Estos tres cultivos se pueden cortar y vuelven a rebrotar varias veces.

 

Por Mariana del Pino de MAPO, exclusivo para Sabe la Tierra (*)

(*) El MAPO, Movimiento Argentino para la Producción Orgánica, se creó en 1995 y es la Organización No Gubernamental orgánica más importante de la República Argentina, registrada como Sociedad Civil sin Fines de Lucro. Reúne en su seno a todas las entidades, personas, empresas u ONGs, que se relacionan de algún modo con la producción orgánica, o establece contactos y acuerdos con las pequeñas organizaciones afines del interior. Son sus asociados productores, certificadores, investigadores, científicos, técnicos, educadores, empresarios y comercializadores orgánicos. Los objetivos fundamentales del MAPO son: a) Promover la producción orgánica, b) Difundir y demostrar a la comunidad los beneficios del sistema de producción y de la alimentación orgánica, c) Asegurar la calidad y la transparencia de los Mercados orgánicos y d) Expresarse en defensa del Movimiento Orgánico y sus integrantes.