Hoy quiero contarles que animarme a emprender no fue fácil. Que pasar del sueño a la acción me llevó bastante tiempo. Que soltar lo viejo y empezar lo nuevo me generó un vértigo importante.

En 2002 y después de 10 años de trabajar de periodista en relación de dependencia, de pronto me encontré sin la rutina diaria del trabajo. Dejé de ir a la editorial todos los días. Digamos que me “quedé sin trabajo”, pero en realidad nunca lo viví así. En ese momento sentí que se abría ante mí una gran oportunidad: la de repensar qué quería hacer verdaderamente y a qué quería dedicar mi energía emprendedora por el resto de mis días. Organicé un evento a puertas cerradas con diseñadores independientes en Palermo Viejo. Y cuando terminamos agotadas pero con un éxito increíble de convocatoria le dije a mi amiga Dai: Lo que se viene es la comida. No se por qué, pero tuve la visión que la movida iba a ser por ahí.

Primero, como buena periodista, me puse a investigar. Tuve deseos de organizar un evento del mundo gourmet y sentí fuertemente que la comida, los productos y los cocineros iban a convertirse en tendencia. Pero a poco de andar me di cuenta que lo que me interesaba era la alimentación saludable y la posibilidad de visibilizar a los pequeños productores que trabajan cuidando la tierra y las personas. Cuando la idea estuvo madura habían pasado 5 años. Y en el medio me sorprendió el amor y la maternidad. En 2009 cuando por fin pude ponerle un nombre a mi sueño y bautizarlo SABE LA TIERRA, tenía una hija de 4 años y un hijo de 2. Y yo, que creía que podía hacer el primer mega evento saludable y sustentable de la Argentina, me tuve que guardar el ego bien en el bolsillo, masticarlo solita y empezar por lo posible. Me dije, bueno, hagamos un mercado orgánico barrial. Pero fueron tantos los impedimentos para abrirlo que casi tiro la toalla… No hubo permiso posible desde la municipalidad, ni pude conseguir la habilitación en el lugar donde quería llevarlo a cabo. Ya había comprado y pintado los tablones, los caballetes, los carteles, los gazebos y la media sombra. Había invertido todos mis ahorros para inaugurar oficialmente el primer Mercado Sabe la Tierra.

Y saben qué fue lo posible? Abrir el jardin de mi casa en el bajo de Acassuso y convertirlo en un predio ferial, convocar a 16 productores como los grandes expositores de una nueva cultura sustentable y presentar mi cocina como si se tratara del restaurante de un mega evento donde se cocinaría a fuego lento este gran proyecto que es hoy Sabe la Tierra.

Mi pequeño patio del fondo fue el mejor escenario para brindar talleres de huerta, compostaje, ecobolsas y hasta montar una obra de teatro sobre reciclado con 20 espectadores bajo todo concepto. Los aplausos finales todavía suenan en mi mente y de verdad sentía que estábamos llenando el Teatro Gran Rex.

Esa fue la primera edición de Sabe la Tierra. Esa fue la que pude y a la que acompañaron todos los productores y vecinos del barrio. Y mi humilde aporte para los que sueñen con emprender lo propio y no se animen es que empiecen por lo posible. No dejen de hacerlo porque crean que no es suficiente. Hagan algo por más chiquito que sea. No descansen hasta lograrlo. Y sigan siempre pensando, actuando y soñando en grande. Se los digo con la “autoridad”de quien hace 10 años abrió su casa con la convicción, el amor y la visión de quien empieza el gran proyecto de su vida .

 

Por Angie Ferrazzini, fundadora de Sabe la Tierra (*)

(*) Sabe la Tierra es hoy una Asociación Civil sin fines de lucro. Cuenta con 6 mercados semanales en San Fernando, Vicente López y CABA. Está conformada por una red de 300 productores y han pasado por la historia de Sabe la Tierra más de 1.000 productores. Angie Ferrazzini es periodista, madre de 3 hijos, fue elegida emprendedora social por la Red Internacional Ashoka, de quien forma parte. Desde hace 4 años se volvió a vivir Necochea, su ciudad natal, y allí abrió la primera Tienda Restaurante Sabe la Tierra bajo el concepto kilómetro 0 junto a socios locales.